El Evangelio del domingo
________________________________________
Manuel Gordillo Cañas
Párroco de San Roque – Sevilla
http://www.parroquiasanroquesevilla.es
________________________________________
Domingo 33 del Tiempo Ordinario
Domingo 16 de Noviembre de 2014
________________________________________
¿Quién educa a mi hijo?
Victoria Cardona
Evangelio según San Mateo 25, 14-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
-«Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos.
Se acercó el que habla recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: «Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco.» Su señor le dijo: «Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; cómo has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor.»
Se acercó luego el que habla recibido dos talentos y dijo: «Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos.» Su señor le dijo: «Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; cómo has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor.»
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: «Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo.»
El señor le respondió: «Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabias que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues deblas haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene.
Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.»
Comentario
Con el Evangelio de este domingo la Iglesia en su liturgia, nos mantiene en la necesidad de preparar el encuentro definitivo con el Señor, fraguado como fruto de los constantes encuentros diarios con él.
Para ello, en la segunda lectura de la misa, San Pablo nos ayuda a situarnos: “Sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: «Paz y seguridad», entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar.
Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas.
Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados.” (1 Te 5, 2-6).
No durmamos, estemos vigilantes y despejados. De eso se trata. En efecto, hemos de reconocer los dones que hemos recibido para hacerlos producir así hemos leído: “a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad”, y concluye: “luego se marchó”, es decir: ahora te toca a ti hacerlos fructificar, sabiendo que siempre contaremos con la ayuda del Señor en esa labor que nos encomienda.
Nos vendrá bien meditar y reconocer los bienes recibidos. Unos en el orden de la naturaleza: inteligencia, voluntad, salud, bienes materiales, actividades a realizar, familia, amigos… en mayor o menor cantidad, pero siempre abarcables y realizables. Otros en la vida sobrenatural, en nuestro caso, iniciada en el Bautismo, ¡son tantos! Pensemos en la nueva vida, la propia de los hijos de Dios, que se desarrolla con la ayuda de los sacramentos y la oración que nos adentran en la virtud de la caridad. ¿Cómo cuido y desarrollo esa vida divina que se me ofrece? ¿la reparo y fortalezco frecuentemente en el sacramento de la Penitencia? ¿Cómo es mi participación semanal al menos en la Eucaristía? ¿Cómo son mis comuniones, verdaderamente me transforman en Cristo? Los casados, ¿cómo encuentran el fundamento de su estado en la fuerza de sacramento del matrimonio?… Podríamos seguir con las virtudes infundidas por Dios, con los dones del Espíritu Santo…
En definitiva, el Señor espera que produzcamos frutos y que estos permanezcan. Si existen esos frutos oiremos: “»Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor”, si no es así, el Señor dirá: “Eres un empleado negligente y holgazán […] Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez”. Vale la pena que meditemos estas palabras: el Señor quiere y espera frutos de santidad y apostolado en todos sus hijos.
No debemos pasar por alto un aspecto de la alabanza que Jesús hace del empleado fiel: «Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor.» No deberíamos pasar por alto las palabras: fiel en lo poco. Nuestra fidelidad no debe conformarse con “ir a lo gordo” ha de comenzar por lo pequeño, lo habitual, lo “rutinario”, lo de cada día en el trabajo, en la vida de familia, en la piedad personal… fiel en lo poco es lo que el Señor espera.
La virgen siempre se nos presenta Virgen fiel, esa fidelidad es la que nos presenta a su Hijo, y la que nos lo entrega: es el fruto bendito de su vientre.