El lunes 18 de julio de 2011, se cumple el LXXV aniversario de la quema intencionada de la Iglesia de San Roque, lo que supuso para la hermandad tener que afrontar una de las pruebas más duras de su historia. Pero para entender mejor lo que ocurrió, es preciso remontarse unos años atrás.
La Segunda República se proclama el 14 de abril de 1931, iniciándose desde entonces numerosos sucesos de carácter sacrílego y de ofensa a los sentimientos religiosos.
Así, el 10 de mayo de 1931 la hermandad decide suprimir la asistencia de bandas de música en la Procesión de Impedidos. Ante la espiral de violencia existente y al no existir garantías de seguridad, se acuerda no realizar Estación de Penitencia en 1932, celebrando un Via Crucis por el interior del templo. Esta situación de repetiría en 1933 y 1934.
En 1935 y 1936 se vuelve a realizar Estación de Penitencia, aunque el 3 de mayo de 1936 se celebra Cabildo General Extraordinario en el que se explica a los hermanos que debido a la incertidumbre existente se han trasladado las Imágenes a domicilios particulares. Sin embargo, se realiza una votación en la que se acuerda el regreso al templo, lo que se lleva a cabo al día siguiente.
El 18 de julio de 1936 ardía hasta los cimientos la Iglesia de San Roque, perdiéndose todo el patrimonio de la hermandad. Sólo se salvó el canasto del paso del Señor, parte del palio y la corona de la Virgen, que utilizaba los Domingos de Ramos y era propiedad de la camarera, señora de Sarasúa. Tras el incendio la regaló, aunque fue robada posteriormente en 1946. Se perdió igualmente, entre otras, la venerada Imagen del Santo Crucifijo de San Agustín.
Para hacer una idea del ambiente que reinaba en aquella época, cuentan los hermanos más antiguos, que mientras ardía la Iglesia, una banda de música amenizaba con sus interpretaciones junto al templo.